Comienza por mejorar tu postura

Si sabes que vas a estar sentado por largos periodos de tiempo, mejorar tu postura es el primer paso para minimizar el daño. Lo más recomendable es mantener tus pies apoyados en el piso y separados a la altura de la cadera. Evita cruzar las rodillas o los tobillos, relaja los hombros y procura que tu columna esté lo más recta posible.

Estírate de pies a cabeza

Para la parte baja de tu cuerpo, levanta tus piernas y estíralas en el aire. Luego bájalas al piso y presiona los talones de ambos pies contra las patas de la silla. Finalmente, pon tus piernas extendidas, apoya el talón en el piso y eleva el dorso de tu pie intentando aproximar los dedos a la espinilla. Repite cada ejercicio durante 20 segundos.

Para liberar la tensión en el cuello y los hombros, siéntate en la orilla de la silla, extiende tus brazos detrás de tu espalda y entrelaza los dedos. Saca el pecho y mueve tus hombros hacia atrás. Para profundizar el estiramiento, levantar las manos entrelazadas poco a poco durante un minuto.

Pon atención a todo tu cuerpo

Tu columna no es la única que sufre cuando pasas mucho tiempo sentado. ¿Sabías que tus piernas y pies también se ven afectados? Esto se debe tanto a la falta de ejercicio como a la mala circulación que provoca esta postura. Para contrarrestarlo, cuida tus pies con una rutina de higiene diaria: lávalos, sécalos muy bien y protégelos de la sudoración, ardor y mal olor, utilizando productos para el cuidado diario de tus pies. Después, date un masaje de pies para activar la circulación y acuéstate con las piernas en alto, apoyadas contra la pared durante unos minutos, antes de dormir.

Prueba nuevas alternativas

Intenta alternar los lugares en los que te sientas a trabajar, estudiar o cualquier otra actividad que realices en esta postura. Por ejemplo, una pelota de yoga puede ser tu nueva silla ergonómica, o incluso podrías optar por uno de los populares escritorios para estar de pie.